Hoy vamos a hablar de uno de los
personajes importantes que gravitan en los destinos de la Familia
García, nos referimos a la condesita.
Para la época de la muerte de Don Juan
Jose García, la condesita era dueña de la hacienda de San
Francisco, colindante con el rancho Corralillo.
Vamos a platicar la historia familiar
que vincula a la condesita con la familia García, historia que nos
dejo por escrito mi abuelo, Don Armando García Soldevila.
1816, Es muy posible que el padre de
Don Cristobal, siendo gachupín hubiera conocido al conde, también
gachupín, dueño de la magnífica hacienda de San Francisco y que
hubiera recomendado a su hijo para trabajar como caporal en la
hacienda, Don Cristobal tendría entonces unos 26 años y conoció a
la hija del conde, una bella niña conocida popularmente como “la
condesita”
Era el padre de la niña un conde
auténtico de la rancia nobleza castellana, tenía el conde simpatías
con el movimiento de independencia y parese ser que los apoyó de
alguna manera, ganándose algunas dificultades con las autoridades de
aquel tiempo.
Fue en ese entonces que Don Cristobal
de 26 años, habría conocido a la condesita, de apenas 11 años y lo
que empezó como una bella amistad con el tiempo se convirtió en
romance.
Nos podemos imaginar a los tórtolos
paseando del brazo por la floresta, o quisás por “los ahuehuetes”
o por “las huertas” de Exquitlán, paseos muy de moda en ese
entonces, siempre acompañados por un chaperón o persona de respeto
que los acompañara y que fiel a las leyes del alcahuete se hiciera
de la vista gorda cuando la situación romántica así lo exigiera.
Debemos suponer que el padre de la niña
no se opuso o fingió ignorar el romance de su hija con el joven
caporal.
El conde murió en 1827, dejando a la
condesita llena de dolor y heredera de todos sus títulos y bienes.
Puso la niña a Don Cristobal como
administrador de la hacienda, se fijó un plazo de luto al cabo del
cual ellos contraerían nupcias, pero...
1829, Nicolas Bravo se hace fuerte en
Tulancingo en abierto desafío a Guadalupe Victoria, Presidente del
México independiente, la guerra llega a la vista de los vecinos del
lugar, la guerra y sus horrores están a la vuelta de la esquina,
muchas personas quedan vivamente impresionadas con todo el
despliegue militar, entre ellos la condesita, es facil entender que
enferma de pánico buscara refugio en los brazos de su amado Don
Cristobal y los muros de la hacienda, por supuesto no fue sola, la
acompañaban amigos y familiares, fue Don Cristobal quien organizó la
fuga y armó un grupo de fieles rancheros para tranquilizar a la
condesita y sus acompañantes.
La huida duró tres semanas, esta
convivencia los llevó a tener cierta intimidad eso si, muy casta y
respetuosa.
Guadalupe Victoria manda a Don Vicente Guerrero a combatir a Bravo, el lugar no se presta para que las
fuerzas de Bravo se pudiera apertrechar y después de una breve batalla este es vencido por Guerrero.
Tras el cese de hostilidades, la
condesita regresa a Tulancingo, pero el terror la había afectado
física y moralmente.
1830, se ordena a todos los españoles
abandonar el territorio nacional, al ser la condesita hija de
españoles tiene que acatar la orden, por supuesto que antes de irse le
regala a Don Cristobal la hacienda y las casas que tenía en
Tulancingo.
Esta historia de amor se convierte en
un intercambio epistolar que se va diluyendo ante el tiempo y la
distancia, hasta que un día dejan de llegar noticias de la amada
condesita.
Don Cristobal esperó, esperó que
llegaran noticias de su amada, esperó que se derogara la ley de
expulsión, esperó el regreso de la condesita, esperó... esperó...
En 1834 llegó una carta, ella trae la
fúnebre noticia, la condesita había muerto un año antes, la carta
del nuevo conde tio de la extinta condesita también le da cuenta como su sobrina le había contado como se enamoró de Don Cristóbal, de la huida a San Francisco, de los
paseos... el conde había tomado la desición de respetar la
voluntad de su difunta sobrina no reclamando los bienes regalados tan libremente a
Don Cristobal, agregaba en la misiva que consideraba indudable la
castidad de su sobrina, pero su conducta había sido
imprudente y se prestaba a malas interpretaciones, perjudicando la
memoria de la condesita y al resto de la familia, motivo por el cual
pedía a Don Cristóbal callar todo, lo bueno y lo que no parecía tan
bueno.
Para Don Cristóbal todo esto era
terrible, había perdido al amor de su vida y encima le pedían
silencio, tomó papel y pluma, se dispuso a escribir al conde, y
después de pensarlo decidió no hacer nada, quizás que el conde
tenia la razón, nada se podía resolver, la condesita había muerto
y un intercambio epistolar solo podría manchar la memoria de su
amada, con gran pena en su corazón dejó el asunto por la paz.
Don Cristobal decidió quedarse con las propiedades pues ese había sido el último deseo de su amada condesita.
Hasta ahí esa parte de la leyenda.
Hay que entender que esta es una
leyenda y como tal toma algunos hechos reales y otros no tanto,
sumando una buena dosis de romanticismo y el hecho de que nadie la había
dejado por escrito, es seguro que cada generación le
sumara o restara elementos a dicha historia.
Pero podemos sacar algunos datos claros
y comprobables, así podemos decir que Don Juan Jose García, Don
Cristobal, la Condesita y su padre, la hacienda San Francisco, Don
Guadalupe Victoria, Don Nicolas Bravo y Don Vicente Guerrero si
existieron, el tio de la muchacha tiene posibilidades de haber
existido, dice mi abuelo que la prueba de la existencia de la
condesita y su tío son los fragmentos de la correspondencia entre
ellos y Don Cristóbal, desgraciadamente esos fragmentos no llegaron
hasta nosotros y las misivas son ahora parte de la leyenda.
Lo que si llega a nuestros dias es el
testamento de Don Juan Jose Garcia, en la cláusula cuarta nos dice
que “... les encargo a mis albaceas recojan la escritura del citado
Rancho de Corralillos, al Sr. Lic. Don Esteban Paez vecino de
Pachuca, pues esta está en su poder por que le había suplicado que
cuando fuera a Mejico, biera si deslindaba con la Sra. Condesa, la
disputa impuesta que hay sobre el cerro del Castillo...”(*)
(foto tomada por Don Honorato García en 1919)
Es decir,
para el 26 de enero de 1847 la condesa no solo no ha muerto sino que
tiene una disputa impuesta por los linderos de el Rancho de
Corralillos y la Hacienda de San Francisco.
El siguiente documento donde aparece la
condesa esta fechado el 23 de agosto de 1849, este papel nos dice que
la condesa y Don Cristobal llegan a un acuerdo en el asunto de los
linderos, este importante documento cuenta con las firmas de Don
Antonio Hurtado de Mendoza y la de Don Cristobal García, Don Antonio
es el apoderado de la Señora Doña Dolores Caballero de los Olivos,
nombre de la condesita.
El documento que sigue está fechado en
1852 en la ciudad de México, se menciona que compareció la Señora
Doña Dolores Caballero de lo Olivos, mayor de edad y de estado viuda
y vecina de esta capital donde se da fe de que es dueña de la
hacienda nombrada de San Francisco Hueyapan y el rancho nombrado
Tlasala las cuales tiene arrendadas a Don Cristobal García y donde
dice haber recibido de Don Cristobal las cuentas y que no hay deuda
que pagar, mas aún, estos papeles nos dicen que dichos bienes son
vendidos a Don Cristobal en “...once mil pesos que declara la
Señora Doña Dolores Caballero de los Olivos haberlos ya recibido y
pasaron a su poder en moneda doble de plata contadas a su
satisfacción...” lo cual nos deja varios asuntos muy claros:
La Condesa se llamaba Doña Dolores
Caballero de los Olivos, hemos encontrado a una Doña María Dolores Caballero de los Olivos y Sandoval, casada con
el 8º Conde del Valle de Orizaba, Don Andres Diego Suárez Peredo y Gorraes, entonces dueño de la casa de los Azulejos, es muy posible que se trate de ella.
En 1847 Doña Dolores había promovido
una querella por linderos de su hacienda y el rancho de su vecino.
En 1852 vivía en la Ciudad de México,
era ya viuda y vendió a Don Cristóbal García la Hacienda de San
Francisco Hueyapan y la de Tlasala por once mil pesos.
Nada mal para una mujer que se supone habría
muerto en 1833.
Hace unos días, visitando a mi madre, nos dimos a la tarea de revisar una maleta llena de documentos que ella tiene, entre ellos encontramos un papel escrito a mano por mi abuelo, en el describe a la condesita, son solo unas lineas, aquí las transcribo tal cual:
"Durante varios minutos se quedó pensando la señora condesa. Yo la contemplé. Era linda, muy blanca, pelo rubio, que vista tan cerca (a aproximadamente cien metros) parecía oro metálico, ojos verdes, nariz corta y graciosa.
Perdón por la impertinencia después de años"
La palabra "aproximadamente" está tachada, mi abuelo no incorporó estas lineas en su escrito de la Familia García.
Hace unos días, visitando a mi madre, nos dimos a la tarea de revisar una maleta llena de documentos que ella tiene, entre ellos encontramos un papel escrito a mano por mi abuelo, en el describe a la condesita, son solo unas lineas, aquí las transcribo tal cual:
"Durante varios minutos se quedó pensando la señora condesa. Yo la contemplé. Era linda, muy blanca, pelo rubio, que vista tan cerca (a aproximadamente cien metros) parecía oro metálico, ojos verdes, nariz corta y graciosa.
Perdón por la impertinencia después de años"
La palabra "aproximadamente" está tachada, mi abuelo no incorporó estas lineas en su escrito de la Familia García.
*Hemos querido dejar la ortografía tal como está en el documento, estamos convencidos de que en todo caso es mas importante el fondo que la forma.
La foto de el Castillo es de 1919,aunque muy posterior es el mismo lugar al que se hace referencia.
Le queremos dedicar esta entrada a nuestra linda amiga Mimí, con sus puentes salva distancias y tiempos.
Le queremos dedicar esta entrada a nuestra linda amiga Mimí, con sus puentes salva distancias y tiempos.